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Sobrecualificación: No Solo La Discapacidad Excluye

En 2011 la Universitat Ramon Llull de Barcelona, España realizó un estudio -patrocinado por la Fundación Universia- que pretendía conocer tanto las expectativas como la realidad profesional de los estudiantes universitarios con discapacidad en cuanto a su inserción laboral.

Los resultados concluyeron para aquella época que la discapacidad prevalecía por encima de la calidad del currículum vitae al momento de acceder al mercado laboral.

Tres años después, seguimos en el mismo punto. Aunque dicho estudio se enfocó en España, la realidad de otros países no es muy diferente.

En la mayoría de los países de Europa o América, lo anterior trae como resultado al menos tres consecuencias:

  1. El profesional con discapacidad es contratado pero con una remuneración considerablemente inferior a su preparación.
  2. El profesional con discapacidad es contratado con una remuneración inferior a su preparación y en un empleo que no tiene nada que ver con su área profesional.
  3. El profesional con discapacidad ni siquiera es considerado como opción a ser contratado.

Analizando lo anterior con cabeza fría, la realidad de los profesionales con discapacidad es poco alentadora y aunque suene a drama de telenovela, la situación no acaba ahí.

En la actualidad no solo puedes ser excluido porque prevalezca tu discapacidad, también puedes ser excluido si la calidad de tu currículum vitae supera toda expectativa.

Aunque parezca insólito, increíble o imposible, es una práctica que cada vez va tomando más fuerza. Y no, no es una práctica que excluya únicamente a profesionales con discapacidad, claro que no, pero sí que resulta muchísimo más frustrante para aquellos que tienen alguna discapacidad.

Por supuesto que todo profesional se esmera y se esfuerza para ampliar su preparación y aumentar sus conocimientos, pero no puede negarse que quienes tienen una discapacidad suelen enfrentar más y mayores barreras en el camino, que aquel que no tiene ninguna.

Si para un profesional sin discapacidad bien cualificado es frustrante que no le renueven un contrato o que la respuesta durante un proceso de selección y reclutamiento sea: Es que usted está sobrecualificado”, ¿Pueden imaginarse lo frustrante y desalentador que puede ser para alguien que deja de lado su discapacidad y lucha por tener una mejor calidad de vida?

Y no, no se trata de tocar fibras sensibles ni de provocar lástima.

Se trata de una realidad que se suma a la que ya tenemos que enfrentar las personas con discapacidad que creemos en la meritocracia y en la profesionalización.

Con la crisis que están enfrentando muchos países en el mundo, insertarse laboralmente no es nada fácil. Cada vez hay más recortes, más desempleo, menos oportunidades. Y sí, se entiende que en tiempos de crisis no es sencillo generar empleos, lo que no se entiende es que siendo así, lo que se busque contratar sea el personal menos cualificado o que se use la crisis como excusa para esgrimir la espada de la exclusión con la excusa de la sobrecualificación.

Estar sobrecualificado es un problema tan real que si se indaga un poco por internet, hasta se ofrecen consejos prácticos de cómo orientar la búsqueda de empleo o incluso cómo elaborar un currículum si se está sobrecualificado.

También se encuentra información que explica algunas consideraciones que tienen en cuenta los empleadores con respecto a los profesionales sobrecualificados, lo que no resta absurdo al tema, pero algunos parecen pensar que son cosas que, como profesionales debemos entender –como si eso fuera a disminuir la frustración-.

Este no es un problema exclusivo de unos u otros, la exclusión por sobrecualificación afecta tanto a profesionales sin discapacidad como a profesionales que la tengan. Y sí, -aunque algunos no lo quieran creer- muchas empresas públicas o privadas para no admitir que no les interesa contratar personal con discapacidad, se valen de la sobrecualificación y con eso creen que quedan bien con todo el mundo.

Por otra parte, puesto que está tan arraigado que el discapacitado no se profesionaliza, cuando se ve un currículum vitae de calidad, lo primero que pasa por la cabeza del reclutador es que más del 50% de la información no es real.

Quedamos entonces entre la espada y la pared puesto que si elaboramos un CV que exponga los conocimientos adquiridos mediante experiencia o estudios académicos y añadimos el epíteto de la discapacidad nos exponemos a ser excluidos por mentirosos o por sobrecualificados –además de discapacitados-; y si no colocamos el epíteto, entonces el reclutador se excusa en su falta de preparación para atender a personas con discapacidad pues las pruebas de selección no están adaptadas o no tenían previsto reclutar mediante entrevistas o de plano dicen que por tu discapacidad no eres apto para desempeñar las funciones del cargo e igualmente terminas siendo excluido y si acaso –como es mi situación- adquieres la discapacidad en edad productiva y te toca empezar de cero en otra área, peor aún, pues entonces también te expones a ser excluido por la edad o por la falta de experiencia en tu nueva área.

Es de esperar que en este punto, muchos concluyan que no vale la pena entonces luchar por la profesionalización y por la excelencia si igual vamos a ser excluidos.

De hecho, no es que pueda decirse que muchos países del mundo promuevan ampliamente la profesionalización y la consecución de estudios de cuarto nivel entre personas con discapacidad. En este sentido, lo más frecuente es la promoción de cursos que no otorgan grado académico, de tal manera que la persona aprenda un oficio que le permita emplearse en algún momento y con eso ya se cree firmemente que se está trabajando en pro de la inclusión laboral.

Ahora, ¿verdaderamente se puede creer que eso es suficiente?

Lamento desilusionar al que creía que sí, porque la verdad es que no.

Quizás alguien podría quejarse ante la crítica del comentario anterior, argumentando que se está haciendo algo y eso es mejor que nada.

El problema es que se piense que en relación a la inserción laboral de personas con discapacidad, algo es mejor que nada.

El problema es que no se impulse la profesionalización de las personas con discapacidad, sino que se crea que con saber ejecutar un oficio basta.

El problema es que no se elaboren y ejecuten políticas públicas por parte de los estados que garanticen el empleo a personas con discapacidad en igualdad de condiciones.

El problema es que las pocas acciones que se ejecutan se hagan de forma aislada, sin la educación necesaria tanto a nivel comunicacional como a nivel empresarial.

El problema es que siempre se quieran personas con discapacidad aborregadas, que se plieguen a lo que sea porque así es más fácil hacerse publicidad. O que la verdadera intención al emplear a una persona con discapacidad sea hacerse publicidad y llenarse la boca por ser inclusivos, sin que importe el desarrollo profesional o el bienestar real de esa persona, pues su verdadero valor no está en aportar a la empresa de forma productiva, sino librar a la empresa de una multa o alguna sanción.

El problema es que se emplee -y eso aplica aunque no se tenga discapacidad- al que sabe adular mejor y no al que sabe hacer mejor su trabajo.

Y sí, ya se sabe que muchas veces no hay más opciones que la de subsistir, pero no por ello siempre hay que acallar la realidad, como si así fuese menos dura. Aunque no nos guste, la verdad es que en la actualidad, a la exclusión por discapacidad le tenemos que sumar el hecho de que nos toca enfrentar la absurda desventaja de tener un currículum de calidad.

Y si acaso alguien que lea este artículo piensa que no está bien fundamentado o que se exagera en los hechos, o incluso duda de lo que se habla, le invito a que indague un poco y se dará cuenta que existe un porcentaje de profesionales con discapacidad subvalorados, o empleados en puestos de trabajo que no tienen nada que ver con su preparación profesional. También de seguro encontrará que existe un porcentaje de profesionales con discapacidad que tienen amplios estudios –incluyendo especialización, máster o doctorados- que hablan al menos dos idiomas y que están desempleados.

Por último, para quien desee argumentar que existen leyes para personas con discapacidad y que se están haciendo esfuerzos y tomando acciones, lamento decirle, que las leyes y las fulanas acciones no están siendo ni eficientes ni efectivas y aunque puedo hablar más por Venezuela, creo que no me equivoco al pensar que el resto de países no tiene una situación muy diferente en cuanto a las personas con discapacidad.

Aunque la realidad actualmente no resulte muy prometedora, no creo que la solución sea rendirse, todo lo contrario, pues se corre el riesgo de que la realidad no cambie y ese resulta -por lo menos para mí- un peor panorama.

Y si bien es cierto que la excusa de la sobrecualificación y la falta de empleo no solo afecta a personas con discapacidad, la diferencia es que con aquel que no tiene discapacidad no se hace el mismo tipo de publicidad engañosa, mientras que la inserción laboral de personas con discapacidad sí se emplea como bandera propagandística de muchos gobiernos.

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